domingo, 10 de octubre de 2010

Hermana!(L)

Silencios que se vuelven dolorosos, silencios que no significan más que eso, silencio. Vuelvo a centrar mi vista en los cristales empañados, y recuerdo esa tarde en la que nos prometimos permanecer siempre juntos, en la que entre risas juramos tener un amor eterno. Palabras que con el paso del tiempo fueron perdiendo importancia, que decayeron, como nosotros. Todavía recuerdo nuestra despedida, amarga, como todas, pero que aún así queríamos hacerla dulce con cartas de amor cada semana.

Se me escapa una pequeña lágrima; de esas que tú atrapabas, de las que te encogían el corazón, de las que no querías ni ver. Pero ya no estás aquí para retenerlas entre tus dedos, para no dejarlas caer; porque como dijiste, nunca debemos llorar por alguien que nos destroce el corazón. Lamentablemente es inevitable, el amor está lleno de llantos, como también de locuras, tantas como cometimos nosotros. Tantas que nadie es capaz de rememorarlas todas. Se me escapa una ridícula carcajada al pensar que ojalá tu estés tan perdido como lo estoy yo, porque sin ti, el camino se encuentra a oscuras; como aquella tarde de tormenta; yo estaba muerta de miedo, pero entonces tu me diste la mano y me susurraste que mientras tu estuvieses conmigo ningún monstruo se atrevería a dañarme. Qué ironía, el único monstruo que me hizo daño en todo este tiempo fuiste tú: con tu amor, con tus promesas, con tus “te quiero”, con tus sonrisas encantadoras, con esos susurros que me encogían el corazón. Maldito tú y tu amor; maldita yo por quererte aún.

Fdo: 7894

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Lo que es mío, es mío