domingo, 10 de octubre de 2010

Celia!(L)

Personas que se cruzan, miradas que no significan nada, hombros que chocan a causa de la prisa; cuando dejamos atrás la gran ebullición de la ciudad, nos encontramos casualmente con las personas que quieren y dejan vivir, con aquellas que sonríen a los atardeceres y miran soñolientos a los amaneceres. Personas que aman sin obstáculos, que no tienen miedo a vivir. Sí, para esas personas también existe la palabra amor; ellos que solamente se miran a los ojos, sin necesidad de preguntar nada, porque ya lo saben todo con tan solo una mirada. Ellos tan dichosos, que pasean de la mano sin temor a represarías, con una sonrisa cómplice en los labios y con frases de un querer mutuo.

Pero, si por un instante volvemos a la inmensa ciudad, solamente encontramos parejas que se guardan secretos estúpidos, con temor a la opinión del que creen es el amor de su vida. Porque en la ciudad todo discurre mucho más rápido: amores que se olvidan rápidamente, corazones solitarios que buscan su media naranja sin descanso y personas que aguantan del tirón con una persona que ni siquiera quieren. Muy triste, pero, debemos comprender que son marionetas dirigidas por una sociedad egoísta e hipócrita. Pobres de aquellos que tienen estas vidas.

Pero, debo admitir, que a pesar de todo, también existen personas honradas con corazones puros que saben lo que significa la palabra vivir y que se enfrentan a la vida, por muy difícil que sea. Personas que se hacen querer, que admiten sus defectos al igual que aprenden de sus virtudes, porque no hay que buscar un objetivo ni un sueño, porque nuestro único fin es ser felices hagamos lo que hagamos, con moderación claro, siempre con moderación.

Fdo: 7894

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