lunes, 27 de septiembre de 2010

(L)

Me acerqué sonriendo a tu lado, saltando de alegría por este inesperado reencuentro... pero tu mirada calculadora me lo dijo todo. Me senté despacio a tu lado, en ese banco solitario en pleno centro de Madrid.

*¿Como hemos podido hacernos tanto daño? -Tu voz fría me produjo un escalofrío.
+La verdad, no lo sé, tal vez sea el amor tan desesperado que nos une o todas las peleas estúpidas que hemos tenido... -No me atrevía a mirarte a los ojos, quien sabe lo que me encontraría en ellos.
*Tal vez... pero después de todo esto he llegado a una conclusión.
+¿Cuál? -Levante mi mirada y me topé con esos ojos que me miraban fijamente, esperando algo.
-Que no podemos seguir con esto, algún día tal vez me arrepienta, pero ahora lo único que quiero es acabar con todo esto... -Su voz fue perdiendo fuerza.

Nos quedamos en silencio, tu esperando alguna reacción por mi parte y yo intentando asumir la ruptura. Quería alejarme corriendo, llegar a mi casa y poder encontrar consuelo en los brazos de mi madre, escuchar su voz tranquilizadora y sentirme protegida.
Me levanté del banco sin decir nada, camine rumbo a ningún sitio, vagando de aquí para allá, con la mirada borrosa y el corazón destrozado... Tu, rompe corazones te quedaste sentado, mirando como me alejaba, sin saber que hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Lo que es mío, es mío