martes, 7 de septiembre de 2010

El sueño de cualquier toro.


Estaba muy orgulloso de mí mismo, había conseguido lo que otros de mis compañeros deseaban, ir a una corrida de toros, en donde según decían era maravilloso la gente nos adoraba y nos echaba flores, aunque ninguno de los que fueron volvieron, tal vez se habían hecho famosos.
Me metieron en un camión fuertemente cerrado para que no me escapase, no lo pensaba hacer ese era mi sueño, ser toreado en una plaza de toros.
Al llegar me llevaron a un corral bastante pequeño, apenas me podía mover, estaba muy nervioso casi podía oír a la gente llegar.
Mi amo me guió hasta una plaza llena de gente, era redonda y bastante grande, en el medio había restos de sangre pero no le dí importancia, justo al lado de la sangre vi a un hombre apoyado en el suelo con una rodilla y sosteniendo en alto una especie de tela de color rosa y amarillo. Corrí hacia la tela mientras el la deslizaba suavemente hacia su lado izquierdo. La gente gritaba “OLÉ” y yo con mucho orgullo me pare a mirar como gritaban, me giré hacia el hombre y volví a ver la tela que tenía que seguir para que ellos me aplaudiesen. Estuve bastante rato dando vueltas detrás de la tela rosa y amarilla, tenía tal mareo que casi ignore la banderilla que el hombre ahora también sostenía, pero lo que no pude ignorar fue el dolor que sentí cuando me lo clavo en el lomo. La gente gritaba, pensaba que me animaban a seguir y así lo hice, continué hasta que tenía tantas banderillas que el dolor era insoportable. La gente no paraba de aplaudir, pero todavía no había terminado. Aquel malvado hombre sostenía una espada, prefiero no contaros lo que sufrí con ella, pero aún era mas doloroso ver como echaban flores a la plaza y como él las recogía, en ese momento me dí cuento los aplausos y gritos de ánimo no eran para mí si no para el, mi asesino, el hombre que mas me hizo sufrir en toda mi vida. Mi sangre seguía redamandose en el suelo de aquella plaza en la que supuse mataron a muchos mas como yo, quería llorar pero no pude, no sentía mas que dolor. Le sacaron en hombros de un hombre bastante fuerte en sus manos llevaba unas cuantas orejas y rabos, serían de otros pobres que como yo habían tenido que soportar esta muerte tan dura. Quería creer que esto era una pesadilla y que mi amo volvería a por mí, pero no fue así.

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