Y pensar que me querías por conveniencia, no por que estabas enamorado de mí... Que triste es saber que todas las palabras dichas no eran más que letras de un guión que ya estaba escrito en tu cabeza. Que cada beso no era algo más que actuar y que cuando tu suspirabas no era por amor, si no, por aburrimiento. Que ridículo tuve que hacer al quererte, te odio, por haberme hecho amar de esa manera y por haberme ilusionado con tontas frases de amor. Pero, también te quiero, porque a pesar de todo el sufrimiento que me has hecho pasar, mi corazón aún te sigue amando, y cada segundo que pasa te pertenece aún más y más....
domingo, 26 de septiembre de 2010
Más aún...
Tengo que confesar algo, le quiero, sí, después de un verano inolvidable aún le sigo queriendo. Después de todas nuestras peleas y claro está, de todas nuestras reconciliaciones, yo aún le sigo queriendo como el primer día.
Mis dudas aumentan y mi inseguridad me mata, al pensar que el pueda haber encontrado a otra mejor, que me halla cambiado tras mi marcha. Muero al recordar nuestra despedida, y la promesa que creímos sería para siempre. Como dicen, un amor de verano solo dura eso, un verano. Que triste es pensar que yo aún sigo queriéndote como la primera vez, que sueño contigo cada día, que mi inocencia te la quedaste tu y mi corazón también.
Cruzo los dedos para que tu todavía sigas sintiendo lo mismo, como la primera vez. Porque yo te quiero, más aún que un amor de verano.
viernes, 10 de septiembre de 2010
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Historias de amor
Sí, yo también lloro con las películas de amor, y sí, alguno de mis novios también se ha reído de mi en ese momento, pero, no debemos esforzarnos en hacerles entender que el amor es un sentimiento tan puro, verdadero y hermoso que debemos llorar de felicidad cada vez que logramos verlo, aunque solo sean en las películas.
martes, 7 de septiembre de 2010
El sueño de cualquier toro.

Estaba muy orgulloso de mí mismo, había conseguido lo que otros de mis compañeros deseaban, ir a una corrida de toros, en donde según decían era maravilloso la gente nos adoraba y nos echaba flores, aunque ninguno de los que fueron volvieron, tal vez se habían hecho famosos.
Me metieron en un camión fuertemente cerrado para que no me escapase, no lo pensaba hacer ese era mi sueño, ser toreado en una plaza de toros.
Al llegar me llevaron a un corral bastante pequeño, apenas me podía mover, estaba muy nervioso casi podía oír a la gente llegar.
Mi amo me guió hasta una plaza llena de gente, era redonda y bastante grande, en el medio había restos de sangre pero no le dí importancia, justo al lado de la sangre vi a un hombre apoyado en el suelo con una rodilla y sosteniendo en alto una especie de tela de color rosa y amarillo. Corrí hacia la tela mientras el la deslizaba suavemente hacia su lado izquierdo. La gente gritaba “OLÉ” y yo con mucho orgullo me pare a mirar como gritaban, me giré hacia el hombre y volví a ver la tela que tenía que seguir para que ellos me aplaudiesen. Estuve bastante rato dando vueltas detrás de la tela rosa y amarilla, tenía tal mareo que casi ignore la banderilla que el hombre ahora también sostenía, pero lo que no pude ignorar fue el dolor que sentí cuando me lo clavo en el lomo. La gente gritaba, pensaba que me animaban a seguir y así lo hice, continué hasta que tenía tantas banderillas que el dolor era insoportable. La gente no paraba de aplaudir, pero todavía no había terminado. Aquel malvado hombre sostenía una espada, prefiero no contaros lo que sufrí con ella, pero aún era mas doloroso ver como echaban flores a la plaza y como él las recogía, en ese momento me dí cuento los aplausos y gritos de ánimo no eran para mí si no para el, mi asesino, el hombre que mas me hizo sufrir en toda mi vida. Mi sangre seguía redamandose en el suelo de aquella plaza en la que supuse mataron a muchos mas como yo, quería llorar pero no pude, no sentía mas que dolor. Le sacaron en hombros de un hombre bastante fuerte en sus manos llevaba unas cuantas orejas y rabos, serían de otros pobres que como yo habían tenido que soportar esta muerte tan dura. Quería creer que esto era una pesadilla y que mi amo volvería a por mí, pero no fue así.
martes, 31 de agosto de 2010
Deseo...
Umm, deseo, deseo, poder decidir por mi misma, poder decir que no a mis padres, poder ser libre durante al menos una semana; sin llamadas, sin vigilancia, sin horarios... LIBRE. Uff, deseo, poder ser yo misma sin que nadie me mire extraño, deseo ser rara, sí, rara, porque es lo que soy: una chica rara e incomprendida. Pero, no quiero cambiar, NO, me gusta ser así, soy feliz, aunque todos creáis que soy inmadura, irresponsable, egoísta e hipócrita. Soy así, y me gusta.
Quiero empapelar mi habitación con cuerpos hermosos, aún sabiendo que nunca podré estar con uno de ellos, pero, a mí me encanta soñar, alejarme de esta MIERDA de realidad, que cada día me asusta más y más... Deseo, poder ser yo, una adolescente de dieciséis años, con las hormonas revolucionadas, con la mente en Júpiter y con el corazón cerca de ese amor imposible...
Deseos, deseos imposibles, irrealizables...
lunes, 26 de enero de 2009
Moñuas (L)

Estuve esperando toda la noche a que llegaras, a que me dieses un beso de buenas noches y me dijeras que me querías, que era la única que ocupaba tu corazón.
Ahora simplemente sé que no te importo y que soy otra más de las tantas con las que saliste, pero tranquilo, lo superaré; ya no quiero escuchar más, las mentiras que salían de tu boca. Quiero que no vuelvas a pedirme perdón, he aprendido la lección y sé que aunque te perdone lo volverás a hacer, no cambiarás como me prometías. Tal vez algún día podré perdonarte, aceptar que no me querías y que me utilizabas continuamente...
No sé si te sirva de consuelo saber que yo aún te amo y que me estoy esforzando en creer que seré feliz sin ti.
Dar la espalda.

Tenía los pies congelados y casi no los sentía, no sabía como había llegado hasta allí, esa calle tan bonita y luminosa, desde luego no se parecía en nada a mi barrio. La gente pasaba con mucha rapidez como si tuvieran prisa y ni siquiera me miraban. Era un pobre mendigo, sin casa, sin dinero si quiera para unos simples zapatos o un abrigo para los días de invierno. Me acerque a una señora que miraba un pequeño escaparate, se alejó rápidamente murmurando maldiciones sobre los pobres y como el gobierno debería acabar con nosotros. Me sentí humillado y solo, creí que esa mujer me ayudaría pero solamente me hizo sentir peor. Me fijé en el escaparate que antes observaba la mujer, era una pastelería, se me hacia la boca agua al mirar los pasteles, mantecados, turrones y roscos que había, con mis manos sobre el cristal del escaparate y con mi estómago rugiendo desee poder tener dinero para comprarme algo de comer. Mientras estaba en mis ensoñaciones salio un hombre con una escoba, empezó a darme para que me apartase y dejase mirar a sus clientes. Otra vez esa sensación de soledad y humillación, nadie me ayudó, nadie le dijo nada a aquel señor que me daba con su escoba como si me tratase de una rata. Me alejé de allí mientras mis ojos se anegaban de lagrimas, recorrí las calles en las que la gente me insultaba y empujaba, en varias veces me tiraron al suelo y pasaron por encima mía. La gente era a veces tan cruel y despiadada, capaz de todo cuando ven algo que les desagrada. Al final llegué a lo que creí mi destino, una solución a todo lo que me estaba pasando, me acerque a aquel puente sería el final perfecto de mis desgracias, nadie me pararía, nadie me echaría de menos. Me coloque sobre el muro, cogí aire fuertemente y un recuerdo inundo mi mente. Las últimas vacaciones felices que tuve junto a mi familia, pronto me reuniría con ellos en aquel cielo prometido. Ya estaba cayendo, mis ojos fuertemente cerrados y mis brazos rodeando mi pecho, el golpe fue más doloroso de lo que pensé, allí estaba yo, tirado en el suelo de aquella calle, sin que nadie me ayudase, el mundo tan cruel como siempre. La muerte llegó y yo la recibí con alegría, por fin dejaría de sufrir e iría a un lugar mejor, donde poder estar con mi familia, donde poder ser feliz.